Dicen que nada es eterno, sin embargo yo no lo veo así. La muerte es eterna. Si nos paramos a pensar, todo se reduce a eso, la muerte. Todo muere. Todos morimos. Mueren los electrodomésticos, por que un día sin más dejan de funcionar, mueren los aparatos electrónicos que usamos para desconectar de la vida rutinaria en la que estamos sometidos, mueren los objetos que poseemos porque las cosas por ley no duran. Morimos nosotros por que el destino cree que hemos llegado a un punto de inflexión, en el que no merecemos vivir.
En el fondo, somos como máquinas. Cuando nuestra función ha llegado a su fin, reinicio: la reencarnación. Por eso no nos acordamos de nuestra vida pasada, por que ha sido borrada de nuestra mente, igual que se borran los datos de un ordenador cuando lo formateamos. Nadie puede contradecirme en eso, nadie sabe lo que hay tras las cortinas del paro cardíaco. Muchos han despertado, después de morir, pero nadie sabe lo que ha pasado por su cabeza, ni él mismo cuando se encontraba en ese trance.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada