Los rayos del sol se filtran por los diminutos agujeros de la persiana. No puedo evitar levantarme por causa de esa luz cegadora que me impide volver a dormir. Me deprime el hecho de ver que tú no te levantas a mi lado, otra mañana sin ese compás que me ayudaría afrontar con mejor humor el nuevo día.
No sé si pensaras en mí, si te acordaras de esos momentos compartidos, de los revolcones apasionados que calmaban tantas frías noches de invierno. Contigo me sentía segura y no tenía miedo de lo que pudiera ocurrir. Me pregunto como estarás ahora que la soledad ha llamado de nuevo a tu puerta, qué sentimiento florecerá en tu piel al acordarte de todo lo que compartimos una vez. Juntos éramos un tanque en acción, arrolladores. Separados no somos más que dos barcos de papel navegando sin rumbo por una alcantarilla, nos hundimos.
Verte cada día me supone un conflicto sentimental: mi cabeza quiere olvidarte y aprender del error de haber sufrido como nunca más quiere sufrir y mi corazón, quiere amarte como nunca lo ha hecho porque cree que así volverás a mi.
No depende de nosotros el querer estar juntos, sino del tiempo que tardemos en darnos cuenta que estamos hechos para andar en una misma cuneta.